Los impactos generados por la actividad minera y sus procesos asociados comienzan en la etapa de exploración y pueden extenderse más allá del cierre de minas. Si el cierre no se encuentra bien ejecutado, los impactos pueden ser tanto químicos como físicos.

El cierre y post-cierre planificado de las minas contribuye a evitar o minimizar los impactos medioambientales, físicos, sociales y económicos negativos a largo plazo, y a dejar un terreno lo más estable, seguro y apto para un uso posterior. Adicionalmente, el cierre debería incorporar la identificación de oportunidades y de potenciales beneficios para el desarrollo local y el bienestar de las comunidades aledañas y de los ecosistemas circundantes.


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